Algunos años atrás viví una época que consideré oscura. Recuerdo que consciente de la necesidad de dormir mínimo siete horas para así lograr el anhelado descanso, me acostaba a las nueve de la noche y daba vueltas en la cama dos o tres horas. En ese lapso de tiempo mi mente vagaba de un lado al otro sin sentido y aunque quería dormir, no lo lograba porque siempre estaba en mi pensamiento la idea de que algo me faltaba. Cuando por fin lograba conciliar el sueño me sumergía en un bucle de pesadillas hasta el amanecer.

Algunas mañanas me despertaba totalmente desorientada, cansada física y emocionalmente; no entendía para qué debía levantarme de la cama. Por largos días estuve sin motivación alguna para vivir. Hacía los quehaceres de la casa y los oficios personales más por rutina, que por gusto. No creía que tuviera un propósito valioso en mi existir y mucho menos miraba la necesidad de trabajar por alcanzar alguna meta.

Con los años comprendí que me encontraba sumida en algunas experiencias traumáticas de mi pasado que absorbían todas mis ganas de vivir y que esos sentimientos eran síntomas de aquellos eventos dolorosos, como lo expresa la organización Psicoglobal cuando explica que “cuando una persona ha experimentado un trauma y este no ha sido superado, es común que sufra problemas de sueño y alimentación. El insomnio, el sueño interrumpido o demasiado ligero y las pesadillas son algunos de los trastornos del sueño que pueden aparecer”. Y cuando estamos perdidos en esos recuerdos, es difícil entender la situación. Es como estar en un laberinto sin salida.

De acuerdo con Timothy J. Legg, el trauma psicológico es una respuesta a un evento que una persona encuentra altamente estresante. Algunos ejemplos incluyen estar en una zona de guerra, un desastre natural o un accidente, el maltrato físico o psicológico, el abuso sexual, entre otros. El trauma puede causar una amplia gama de síntomas físicos y emocionales.

También es preciso entender que, no todos los que experimentan un evento estresante desarrollarán trauma. Algunas personas desarrollarán síntomas que se resuelven después de unas pocas semanas, mientras que otras tendrán efectos más a largo plazo y podrá presentar síntomas como los siguientes:

  • Pensamientos intrusivos o perturbadores y visiones del evento
  • Cambios de humor e irritabilidad
  • Aislamiento o evitación de lugares relacionadas con el evento.
  • Insomnio, cambio de alimentación y sueño
  • Agotamiento, cansancio extremo
  • Nerviosismo, hipervigilancia
  • Somatizaciones: dolor de cabeza y/o de estómago
  • Disfunción sexual
  • Miedo y ataques de pánico
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Sensación de culpa y vergüenza

Yo experimenté muchos de estos síntomas durante años y a raíz de ello, leí muchos libros de autoayuda, estuve en consulta con especialistas, escuché audiolibros motivacionales y realicé otras actividades que me ayudaron momentáneamente, pero, así como el adicto al alcohol esta sobrio por un tiempo y vuelve y recae; así estaba yo adicta a mis pensamientos. Hoy te puedo afirmar que he superado todos y cada uno de esos síntomas con una buena orientación, pues me quedó claro que para superar los sentimientos desagradables que me producían los recuerdos dependía principalmente de mí y de mi disposición para recuperarme, pero que también necesitaba de la experiencia y ayuda de alguien mas. Lo mismo te digo hoy a ti. Así que mi recomendación para ti es que, si deseas superar esa experiencia dolorosa que no te deja vivir el presente en paz, busca ayuda profesional.

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