Era una clase más en la universidad, estaba por obtener mi título de Magister en educación. De pronto, en medio de la clase el profesor nos pidió que hiciéramos una mesa redonda y que luego cerráramos los ojos e intentáramos mirar hacia el pasado. Que volviéramos a esa época tan bonita de la infancia. Y yo con gusto así lo hice e inicié a recordar esos bellos momentos cuando jugamos con mi hermana en casa de mi abuela con esa inocencia pura que nos permitía disfrutar de la vida presente sin pensar en el mañana. Volví a ver las paredes letradas en la casa de madera tapizada con papel periódico. La playa de rio cristalino donde bañábamos tardes enteras. El baúl lleno de libros e historietas que nos mantenian la mente ocupada imaginándonos un mundo de fantasía constante, porque en esos tiempos no habia tanto avance tecnológico. Todo estaba muy bien hasta el profe interrumpió los recuerdos para decirnos que avanzáramos un poco en el tiempo. En ese instante, mi cuerpo se empezó a estresar. Comenzó una angustia interna y tuve ganas de salir corriendo, quería llorar abiertamente y no podía, porque estaba en compañía de mis compañeros de curso. Ahí fue inevitable mi tristeza, comencé a recordar hechos difíciles que deseaba borrar de mi memoria. Estaba turbada con tan malos recuerdos. Hasta que el profesor nos dijo que volviéramos al estado actual y pidió que quien quisiera empezara a hablar de lo que había sentido en la sesión.

Algunos compañeros comenzaron a hablar de los felices que habían sido; otros hablaron de las dificultades que habían vivido, con mucha naturalidad. Yo expresé que había sido muy feliz hasta cierto momento, pero corté mis palabras para no dar detalles de mi duro pasado. En eso, todos notamos que una compañera estaba super afectada. Ella generalmente se veía muy alegre y extrovertida, sin embargo, en ese momento explotó en llanto y no se podía contener. Trató de contar su doloroso pasado hasta que se quedó sin palabras. Se la podía ver turbada y dolida; tanto que suspendimos la clase oral y el profesor nos pidió que termináramos el ejercicio de forma escrita. Era impactante ver cómo un hecho de años o décadas atrás tenia tanto peso en nuestro presente. Tiempo después yo comprendería que mi bienestar estaba en mis manos y que no era necesaria ir al pasado a revivir hechos dolorosos.

Aunque es pertinente reconocer que hay hechos del pasado que nos llenan de alegría y regocijo, mientras otros pueden llegar a perturbar nuestro presente. Algunos de estos sucesos dejan consecuencias negativas con las que se puede lidiar todos los días como las siguientes.

  1. Baja autoestima

Las personas con baja autoestima tienen una visión distorsionada de ellas mismas. Con frecuencia dudan de sus capacidades o virtudes. Muchas veces, se describen y actúa como si estuvieran desamparadas y sin las habilidades necesarias para responsabilizarse de sus vidas. Situación que en ocasiones las lleva tener relaciones con personas que nos las valoran y que se aprovechan de su situación emocional para abusarlas física y psicológicamente.

Les cuesta seguir su sabiduría interior y esto las lleva a depender mucho de las u opiniones externas en situaciones como la forma de vestir, la carrera u oficio a elegir, la forma de criar a sus hijos, entre otros. Generalmente, minimizan sus capacidades y habilidades, y maximizan las probabilidades de equivocarse y de fracasar.

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  1. Aislamiento

Este es un espacio para escapar del dolor y de la incomprensión que le parece ver en otras personas. Además, la víctima se siente sola y que nadie le puede brindar apoyo, pues cree que su situación es incomparable y que es la única que está pasando por ese dolor. El aislamiento llega como un mecanismo de auto- consuelo y de separación del agresor.

  1. Sensación de miedo constante

Este sentimiento surge de la experiencia de pensar en que el agresor puede ser cualquier persona y que lo va a encontrar en el lugar a donde vaya. El miedo que se siente puede ser paralizante y no permitirle mirar hacia adelante y avanzar. Pero esa es su percepción de la situación, nada tiene que ver con la realidad.

  1. Dificultad para dar y recibir afecto

Debido a la situación de control por parte del agresor y la poca experiencia en la expresión de este sentimiento, la persona no sabe cómo recibir aquello que cree que no conoce y mucho menos darlo por lo que se produce una negación de sentimientos y de emociones propias de la víctima. Por ejemplo, algunos creen que en cuestiones sentimentales el amor se basa en tener buen sexo y en estar en ocasiones con el otro, pero no entienden de expresiones de cariño, de compañía apropiada y de buen trato.

  1. Apego emocional

Es común ver en alguien que sufrió violencia la “necesidad” de tener la presencia casi permanente de una determinada persona (pareja sentimental, hijos, padres, amigo) porque cree que ese individuo llena el vacío interno que siente. Cree que el otro está para protegerlo, para completarlo y que sin este no puede vivir y con este sentimiento entra en una angustia existencial de solo pensar perderlo. No acepta ni le encuentra sentido a su vida sin este personaje y como así los piensa, así lo vive.

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